Janis Joplin: Little girl blues

Hay canciones que nos conmueven, que se nos meten muy adentro. ¿Cómo es posible que esa "cosa leve" que es la música, tenga sobre nosotros ese extraño poder?. Sentimos el ligero aletazo de una divinidad capaz remover nuestro hartazgo, de hacernos olvidar el cansancio y concitar en nuestra apelmazada alma todos esos anhelos , de renovación espiritual, de compasión, de amor a la belleza que tenemos y por los que vivimos.
Pensábamos que era mejor tener encerradas en un cofre "esas canciones de nuestra vida, esas melodías que nos pueden matar o dar la vida". Algo tan íntimo, es prudente tenerlo a buen recaudo y a salvo, tan solo en nuestra memoria. No nos gusta que se nos note esa agridulce emoción que se nos cuela, cuando por azar, recuperamos una de estas canciones que ya no escuchábamos y que creíamos perdida para siempre. Y una vez más, vienen delatarnos públicamente nuestros ojos, que imprevisiblemente se nos llenan de lágrimas. Y es que la vieja melodía nos produce una emoción viva, hecha de todos los recuerdos que nos despierta; como si de golpe abriera para nosotros, las ventanas de una casa oscura y por fin, viéramos las cosas como son, a plena luz del sol. Tal ha sido en mi caso, el reencuentro con la voz de Janis Joplin, y sus olvidadas canciones yacentes en los mudos discos de vinilo, desde los años 80 .
Esa hippie, de aspecto aniñado y rebelde que murió víctima de las drogas y de la soledad sin haber llegado a cumplir los 37 años, poseía un don, era dueña de una voz apasionada y desgarrada, como no ha habido otra para cantar blues. La mezcla del blues y del rock nacida en las revoltosas universidades californianas de los años 60, dio lugar a esta suerte de música, repetitiva que se canta con voz gutural, gritando, llorando, o gimiendo. Como un largo lamento que se va contagiando al que la oye, hasta hacerlo partícipe de esa enorme tristeza, de ese dolor, de ese desamparo.
La leyenda dice que Janis era una chica miope y no muy atractiva, que tenía facilidad para la música. Una niña tierna y sensible, a la que gustaba tratar a los negros, con los que aprendió a cantar y que fue marginada por sus compañeras debido los prejuicios raciales de la América profunda. Una adolescente solitaria que huye de casa con una amiga hacia el Oeste con la esperanza de cantar y que se gana la vida en los bares. Una joven enamoradiza que sufre por amor, se emborracha y se engancha a las drogas. Una chica con talento que triunfa con los pocos discos que logra grabar, porque su voz expresa mejor que ninguna el patetismo de esas historias, que hablan de deseos insatisfechos, de rupturas y despedidas, de sufrimiento y desconsuelo.

Una de estas maravillosas canciones es Little Girl Blues, uno de los blues más hermosos que he escuchado. Os pongo un enlace en Youtube, a pesar de no ser el de mejor sonido, porque tiene la letra traducida al castellano. Se trata una de las pocas apariciones de Janis Joplin en televisión. La grabación es de finales de 1969, apenas unos meses antes de su trágica muerte por sobredosis de heroína. Aparece una mujer, todavía joven, con el pelo largo, que acerca titubeando su frágil figura al escenario y mira a los focos guiñando un poco los ojos, algo desconcertada, mientras sujeta el micrófono con inseguridad. Suenan los lentos acordes de una guitarra, un bajo y un órgano eléctrico, y brota su inolvidable voz, insuperable para expresar este llanto universal que es el blues. La letra -fijaros en la traducción- se refiere a si misma, a su propia vida… ¿ hay quien lo duda?. La canción quiere ser un bálsamo,un leve consuelo, para esa niña pequeña que sigue siendo... y que ya nunca dejará de ser. ¡Es tan hermosa, es tan triste que se hace difícil contener la emoción! ¡Escuchad!