Novedades desde Crusat (oct’15).


Hoy quiero compartir con vosotros las impresiones de las últimas muestras de la distribuidora barcelonesa Crusat, empresa que una vez más vuelve a confiar en este blog para daros a conocer algunas de sus últimas incorporaciones. Sin más, os dejo con las notas de la Harviestoun Orach Slie, la Fyne Ales Sanda Black IPA y la Brooklyn Sorachi Ace (en formato 33cl, ya la había en 75cl).

La primera de ellas es la escocesa Harviestoun Orach Slie, una lager perteneciente a su serie de envejecidas en barricas, concretamente en este caso en barricas de la destilería Glenfarclas, de Speyside.


En copa snifter ofrece un bonito color dorado brillante, ligeramente anaranjado, completamente transparente, con una carbonatación viva de burbuja de tamaño medio que asciende formando una espuma no muy abundante pero si persistente en una finísima capa blanca compacta. En nariz destaca claramente su carácter maltoso, acaramelado y un punto vago a fruta de hueso madura, confitura de naranja amarga y bizcocho borracho, acompañado todo ello por notas avainilladas y a frutos secos que recuerdan su paso por madera. En boca entra muy equilibrada y con un trago muy limpio, algo blanda de carbonatación para lo que aparentaba en copa, como un whiskey muchísimo más ligero, con todo lo citado ya en nariz, añadiendo al conjunto un punto a cereal, una ligera calidez alcohólica bien integrada en el conjunto y agradable, y una textura ligeramente sedosa. Cuerpo medio. Al tomar temperatura muestra un notable carácter cítrico, cortado por un final ligeramente amargo y seco. Una cerveza realmente muy interesante, muy bien balanceada tanto en aroma como en boca, sin extremos que desentonen, ideal para disfrutar como copa, con mucha más calma de lo que una cerveza de baja fermentación con tan poco alcohol y de ese color apuntarían a priori. Maestría la de Harviestoun.

Proseguimos con otra escocesa, en este caso la Fyne Ales Sanda Black IPA.


Servida en copa snifter nos ofrece un color negro impenetrable, coronado por una espuma beige consistente y de buena retención, con una burbuja muy pequeña. En nariz se aleja de los estándares esperables en una clásica black IPA de corte estadounidense, el lúpulo es menos protagonista de lo esperado y aparece en forma de un punto cítrico, a bayas como grosella y también muy sutilmente fruta de hueso, así como también recuerdos leñosos y vegetales de carácter británico. Todo ello se entremezcla con una base menos torrefacta de lo que su aspecto vende, con algo de bizcocho, sutil caramelo quemado y algo también de grano de café, un punto torrefacto también y regaliz, pero todo ello con una intensidad baja. Ya en boca posee un trago aparentemente muy fácil y bebible, con una carbonatación viva pero de burbuja muy pequeña y nada molesta, pero rápidamente aparece ese amargor y esos torrefactos que anteriormente se esperaban, y destacan hacia el final junto con las notas leñosas y a bayas citadas anteriormente muy persistentes. Vuelven a hacer presencia las notas a bizcocho ya citadas y destacan sobre todo hacia el final algunas notas a frutos secos aún verdes, como almendras y nueces tiernas y también algunos recuerdos vegetales, que acentúan la sensación de sequedad final. No tiene una base maltosa destacable que compense tanto torrefacto y amargor, el cuerpo es muy bajo y ofrece un trago ligeramente desequilibrado. Así que resumiendo, en mi opinión se trata de una cerveza fácil de beber, con un marcado punto amargo y vegetal, ligeramente falta de fondo así como un tanto desequilibrada.

Por último vamos con Brooklyn Sorachi Ace, según palabras de la cervecera neoyorquina se trata de una Farmhouse ale con dry-hopping del lúpulo japonés Sorachi Ace, que da nombre a la cerveza y que es un cruce entre el Brewer's Gold inglés, el japonés Beikei no.2, y el checo Saaz.


Servida en copa ofrece un color amarillento apagado, con una turbidez baja sin posos, carbonatación media de burbuja minúscula que asciende formando una espuma blanca persistente que no tarda en quedar en una fina capa. En nariz es muy golosa, ofrece mucha fruta, por un lado cítrica como limón y hierbas aromáticas (terminamos concluyendo algo así como el eneldo) así como un punto ligeramente floral, sobre una base de fruta más madura como melocotón y naranja, además de algo de levadura y pan. También ofrece un punto alcohólico. En boca posee un trago muy fácil y elegante con la carbonatación muy fina, ligerísimamente sedosa en paladar. Nuevamente aparecen las citadas notas cítricas acompañadas en este caso por vagos recuerdos a fruta tropical como mango y maracuyá, sobre una base maltosa con caramelo como protagonista pero muy bien equilibrada e integrada en el conjunto que deja ser protagonista al lúpulo cítrico y herbal, con un trago fresco y muy bebible. Pese a tener 7,2%, del alcohol ni rastro más allá del cuerpo medio. El amargor está presente pero de una forma muy elegante, marca de la casa. Como conclusión, estamos ante una cerveza muy redonda a la que quizás se le empieza a intuir un punto de oxidación al lúpulo (personalmente lo detecto en este tipo de cervezas por ese punto a naranja amarga y sobremadura), muy agradable y elegante pero que no termina de entusiasmar.

Y hasta aquí las notas de estas tres cervezas de corte actual, todas ellas interesantes pero especialmente me gustaría destacar el trabajo con la Harviestoun, que pone las lager en el lugar que merecen con un lavado de cara actual pero sin aspavientos. Por último agradecer nuevamente a Crusat el detalle de mandarme las cervezas.

Salut!