Westvleteren vestida con etiqueta… de nuevo.


Hoy quiero compartir con vosotros una noticia sobre las cervezas belgas Westvleteren, consideradas tantas veces y por gente tan dispar como las mejores del mundo (especialmente su Westvleteren 12). Y es que dejando a parte su indudable calidad, de la cual siempre he sido un defensor a ultranza, lo cierto es que de forma intencionada o no los monjes de la abadía de St. Sixtus han conseguido que los cerveceros de medio mundo tengan una avidez desmedida por probarlas con todo el halo de misterio y la infinidad de anécdotas que las rodean, lo cual ligado a su limitada producción y su dificultad a la hora de conseguirlas fuera de In De Vrede (la cafetería pegada a la cervecera) ha conseguido que estas cervezas sean unas de las más reconocibles a nivel mundial.

Foto de las tres variedades degustadas in situ en 2011.
Foto tomada de aquí.

Pero tal y como anticipo en el título del post, quería hablaros de una noticia que salió hace unos días y según la cual la cervecera va a etiquetar sus cervezas de nuevo, algo que no ocurría desde el año 1945, momento desde el cual las botellas se han vendido desnudas y dejando toda la información únicamente en las chapas de diferentes colores, algo que también ha contribuido en cierta medida a engrandecer su leyenda.

Una de sus antiguas etiquetas, cuando las cervezas
se elaboraban en la actual St. Bernardus. La foto está hecha
en la casa de huéspedes que hay en St. Bernardus.
Las cervezas actuales.

En realidad, algunos importadores estadounidenses ya añaden una etiqueta para cumplir con la normativa local, y del mismo modo es la legislación europea quien obligará a la cervecera a etiquetar sus tres variedades a partir de 2015 para poder informar de sus ingredientes y su origen.

Etiqueta en el mercado estadounidense.

Tal y como comentaba hace unos días un portavoz de la cervecera, “hasta ahora podíamos incluir toda la información requerida en la chapa, pero ahora ya no. Tenemos que ponerla en una etiqueta”. Manu Van Hecke se lamentaba en el periódico De Tijd de las presiones comerciales del mundo moderno para que los monjes aumenten su producción y así sacar provecho de la fama de la cerveza. Añade que  “en esta sociedad, crecer es el mantra. Mucha gente me comenta que por qué no aumentamos nuestra producción si hay tanta demanda, pero entonces entraríamos en otra dinámica, con gente laica entrando en la cervecera y más responsabilidades comerciales, y entonces el proceso no estaría en nuestras manos”.

Manu Van Hecke. Foto tomada de aquí.

Sea como sea, y dejando a un lado temas legislativos y de información al consumidor, lo que es seguro es que con este cambio centenares de coleccionistas verán cumplido un sueño.